Johannesburgo.- Corea del Norte tuvo, casi, casi, un nuevo Pak Do Ik, y Brasil sólo tuvo a Maicon: el pentacampeón mundial debutó hoy en el Mundial de Sudáfrica 2010 con un fútbol tan congelado como la noche de Johannesburgo.
¿Jugó Kaká? En el primer tiempo pareció que no, sólo se veían sus guantes negros inermes ante el embudo de la defensa norcoreana. Ya en la segunda parte se hizo sentir, aunque al asombrosamente plano Brasil de Dunga lo salvara finalmente Maicon, su portentoso lateral derecho, relata DPA.
Fue una noche histórica en el Ellis Park de Johannesburgo, porque regresaba Corea del Norte 44 años después de su último Mundial. Aquella vez, en Inglaterra, sorprendió al mundo con un 1-0 sobre Italia para convertir a Pak Do Ik, apodado "el dentista" por el dolor que le generó a los italianos, en héroe nacional.
Hoy, durante todo un tiempo, el dolor de muelas fue doble: se lo provocaban los norcoreanos a los brasileños con un orden defensivo marcial que pareció imantar el ataque de los de Dunga: todo intento ofensivo -no eran muchos- terminaba devorado por un embudo rojo.
Pero el mayor dolor de muelas era Brasil, con un fútbol casi indigno de su historia, una pentadesilusión del cinco veces campeón mundial. Ese primer tiempo fue de lo peor que mostró la "era Dunga", y probablemente los próximos días vean recrudecer las críticas al seleccionador brasileño, en la mira desde hace cuatro años por su estilo amarrete.
No fue Robinho con sus bicicletas sin pólvora el que destrabó el partido, sino Maicon con un gran gol. Elano vio que llegaba desde atrás, le puso el balón en los pies y el hombre del Inter, en vez de lanzar el centro, remató casi sin ángulo al gol.
Elano pondría luego el 2-0, pero la noche, casi tan fría como en el duro invierno de Pyongyang, terminaría con alegría norcoreana, porque perder 2-1 con Brasil es, para los herméticos asiáticos, sencillamente una hazaña.
Jong Tae Se, el delantero del Kawasaki Frontale japonés, un verdadero héroe en su país, había llorado como un niño cuando sonó el himno norcoreano, pero pensó como un hombre a la hora de bajarle la pelota a Jin Yun Nam, que a sus 33 años vivió el gran instante de su vida.
Amagó en el área, midió a Julio César y, como si no fuera un veterano delantero del desconocido 25 de abril, uno de los equipos de la Liga norcoreana, cruzó el tiro sobre el portero del Inter.
Era el minuto 89, y "Legea", la firma italiana que pagó cuatro millones de euros para vestir a Corea del Norte, veía ya más que rentabilizado el acuerdo. En Pyongyang, que muy probablemente no vio el partido esta noche, el gol de Jin se convertirá en postal para toda la vida.
Fuente:http://www.eluniversal.com
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