Copérnico (1473-1543) descansará bajo el altar mayor del templo, en un sepulcro de granito negro de más de dos toneladas de peso, presidido por una lápida de tres metros de altura que recordará a una de las figuras fundamentales de la astronomía moderna.
El entierro fue oficiado por el nuncio del Papa en Polonia, Jozef Kowalczyk, y el arzobispo de Lublin, Jozef Zycinski, en una ceremonia en la que la Iglesia católica despidió con solemnidad a un hombre de ciencia que en su tiempo fue considerado un hereje por sus ideas revolucionarias.
Hasta ahora, y tras su exhumación, la tumba provisional de Copérnico se ubicó en el castillo de Olsztyn, donde el científico vivió parte de su vida, y posteriormente en la catedral de esa misma ciudad.
El periplo del astrónomo comenzó en 2005, cuando arqueólogos polacos hallaron sus restos mortales en una pequeña tumba sin nombre en la catedral de Frombork, en la costa polaca del mar Báltico.
Ante las dudas de si esos restos pertenecían verdaderamente a Copérnico, los huesos fueron exhumados para someterlos a un análisis de ADN, que finalmente confirmó que se trataba del célebre polaco.
Posteriormente un equipo de científicos suecos presentó la reconstrucción facial del cráneo encontrado y pusieron cara a Copérnico, un hombre con nariz aguileña y ojos hundidos, tal y como ya se mostraba en los retratos que se conservan de él en Polonia.
El astrónomo marcó un antes y un después en el estudio de la astronomía con su obra "De Revolutionibus Orbium Coelestium" (Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes).
En ese texto, basándose en cálculos matemáticos y astronómicos, Copérnico dota de base científica una antigua teoría heliocéntrica griega, según la cual es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no al revés, como se creía hasta entonces.
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