sábado, 22 de mayo de 2010

Las playas de Luisiana, invadidas de manchas de petróleo


La inexorable progresión de la marea negra en las costas de Luisiana y las cifras de British Petroleum (BP) sobre la cantidad de petróleo vertido en el Golfo de México provocaban el viernes la indignación de la población y de las autoridades municipales.

La Agencia Marítima estadounidense afirmó el viernes que cerca de 80 kilómetros de playas y zonas costeras de Luisiana estaban manchadas de petróleo.

"Este es sólo el principio", exclama con rabia Lana Downing, una habitante de Luisiana de 69 años que tiene una residencia secundaria en Grand Isle, mientras observa la playa manchada de petróleo. "Ayer llegó el primer impacto, fue una pequeña cantidad. Hoy hay (petróleo) por todas partes", dijo a AFP.

Las autoridades municipales anunciaron el viernes el cierre de esta playa de varios kilómetros, pero la medida no impedía que los curiosos se acercaran al lugar. La mancha no se ve en el mar sino una vez que alcanza la costa.

Unas veinte personas armadas de palas recuperaban el líquido viscoso y lo metían en grandes bolsas blancas. En la cercanía, el centro de coordinación de British Petroleum empezaba a tomar personal para limpiar las playas por diez dólares la hora.

La administración estadounidense le impuso al gigante petrolero británico un plazo estricto para culminar las operaciones de limpieza.

La propia cuantificación del petróleo, que comenzó a salir del tubo roto cuando la plataforma Deepwater Horizon se hundió en el océano hace un mes, ha sido y sigue siendo tema de controversia. BP lanzó inicialmente la cifra de 800.000 litros diarios (5.000 barrilles diarios).

"No fue sólo la estimación de BP. Fue la estimación del comando, incluidas la NOAA (Agencia Oceanográfica y Atmosférica estadounidense) y la Guardia Costera. Es la mejor estimación que tenemos", dijo el viernes el jefe de operaciones de BP, Doug Suttles.

Pero la empresa dice que hoy está extrayendo 2.200 barriles diarios de la fuga a través de un tubo de 1.600 metros de largo. Y como las imágenes en vivo muestran que el crudo sigue fluyendo del pozo dañado al Golfo de México, la cifra tienen que ser superior a la indicada por la empresa.

Incluso con las estimaciones más bajas, desde que se produjo el desastre se deben haber derramado al mar unos 20 millones de litros de crudo. Expertos independientes advirtieron que el derrame pudo ser incluso 10 veces mayor a las estimaciones actuales.

Suttles intentó disipar la furia creciente del Gobierno estadounidense, los residentes de la zona y los legisladores, que consideran que no se ha hecho lo suficiente para detener el vertido.

"Pusimos todo en esto", declaró Suttles a la cadena de televisión ABC, alegando que la empresa gastó alrededor de 700 millones de dólares en la limpieza. "Emprendimos la más amplia respuesta jamás emprendida en el mundo. Pusimos a trabajar en esto a 20.000 personas", agregó.

Suttles confirmó que el jueves BP cumplió con el plazo puesto por la administración para responder preocupaciones sobre el dispersante químico usado para fragmentar la mancha en la superficie, pero no pudo encontrar un alternativa menos tóxica.

Una parte de las críticas contra BP repercutieron sobre la Casa Blanca. El portavoz del presidente estadounidense, Barack Obama, Robert Gibbs, expuso durante su conferencia de prensa las razones por las que el Gobierno estadounidense no asumió enteramente el control de las operaciones.

"Estamos frente a una catástrofe de una magnitud nunca antes vista en materia de mareas negras en el Golfo de México", destacó Gibbs. "Hacemos todo lo humana y tecnológicamente posible para enfrentarla", añadió.

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