Presidente huye tras golpe de Estado en Kirguistán
Biskek.- El presidente de Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, huyó en avión este miércoles de la capital, Biskek, después que la oposición tomara el control de los principales edificios y anunciara la formación de un nuevo gobierno, tras sangrientos disturbios que dejaron decenas de muertos.
"El avión abandonó el aeropuerto de Manas hacia las 8:00 pm locales. Como máximo, eran cinco personas", declaró un responsable del aeropuerto de Biskek, aunque dijo desconocer el destino del pequeño avión en el que huyó el presidente, indicó AFP.
En la capital, los manifestantes tomaron el control de la Presidencia y formaron "su propio gobierno" tras violentos enfrentamientos con las fuerzas del orden, que dejaron decenas de muertos, aseguró la noche del miércoles un líder de la oposición, Temir Sariyev, en una declaración transmitida por radio.
El primer ministro de Kirguistán, Daniar Usenov, firmó su carta de renuncia y la ex ministra de Relaciones Exteriores, Rosa Otunbaieva, asumió inmediatamente la dirección del nuevo gobierno, precisó Saruyev.
En los disturbios que precedieron la huida del presidente, murieron decenas de personas en violentos enfrentamientos entre las fuerzas del orden y centenares de manifestantes que asaltaron el Parlamento y la sede presidencial de este país de Asia Central.
Según un responsable del Ministerio de Salud, los disturbios dejaron al menos 47 muertos y 400 heridos. Según la misma fuente, el número de víctimas todavía podría aumentar.
Pero uno de los líderes de la oposición, Omurbek Tekebaiev, en un mensaje a la nación por televisión, afirmó que "más de 100 personas murieron en los disturbios" en Biskek.
Las fuerzas de seguridad replicaron disparando contra la muchedumbre, y con gases lacrimógenos.
La rebelión contra el presidente Bakiev, que en 2005 fue llevado al poder por una revolución, se extendió a varias ciudades.
Por la noche, la casa de Bakiev en Biskek fue saqueada e incendiada por desconocidos, que salieron de ella con grandes sacos llenos de ropa, sábanas y vajilla, según un corresponsal de Interfax que se hallaba en el lugar.
Y también reinaba la incertidumbre sobre la suerte del ministro del Interior, Moldomusa Kongantiev. Una fuente del ministerio, medios independientes y varias ONG aseguraron que resultó muerto en Talas (noroeste) durante los disturbios, pero ello fue desmentido por un portavoz del ministerio.
Los disturbios de Biskek fueron el punto culminante de una ola de protestas de la oposición, que acusa al gobierno de violación de los derechos humanos, de autoritarismo y de mala administración económica.
Rusia y Estados Unidos, que tienen cada uno una base en esta ex república soviética, instaron a ambas partes a la calma.
Washington dispone en el aeropuerto Manas de Biskek de una base clave para sus operaciones en Afganistán.
"Llamamos a todas las partes a respetar el estado de derecho y resolver las diferencias en forma pacífica y legal", señaló el portavoz del departamento de Estado, Philip Crowley.
Por su lado, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Catherine Ashton, se declaró preocupada por la situación y exhortó al gobierno y a la oposición de este país a la "moderación" y al diálogo.
El secretario general de la Organización de Naciones Unicas (ONU), Ban Ki-moon, lanzó un nuevo llamado "instando al diálogo y a la tranquilidad para evitar más derramamiento" de sangre.
Kirguistán es un paupérrimo país montañoso de Asia central, con un PNB de 590 dólares per cápita, según datos del Banco Mundial en 2007. Sus principales recursos son el algodón, el cultivo de cereales y la ganadería.
Tiene una población de 5,3 millones de habitantes, de los cuales 65,7% son kirguises, 13,9% uzbekos y 11,7% rusos. Los kirguises y los uzbekos son mayoritariamente musulmanes.
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